Nota del editor
La corrupción en la Argentina es un hecho notorio y reiterado en
nuestra historia. Algunos especialistas ubican sus antecedentes en la época
colonial. Otros, en momentos posteriores. Exceptuando los gobiernos
kirchneristas, un período de gran notoriedad de este fenómeno ocurrió en los
años 90, en los cuales a la idea de corrupción se le adjudicó una fuerte
connotación estatal: cuanto menos estado, menor corrupción. No obstante las
reformas introducidas en materia de intervención estatal, los hechos de
corrupción en ese período fueron notorios y de gran repercusión. Muchos de la
cuales pasaron por la justicia pero que no tuvieron (aún) sentencia definitiva.
Seguramente un indicio de la complejidad del fenómeno.
Ahora, aparentemente, se abre una nueva etapa en el tratamiento y
resolución de estos delitos, con interrogantes sobre el comportamiento de los
principales actores que directa e indirectamente pueden estar involucrados en
su producción: empresarios, funcionarios, sindicalistas, justicia, gobierno y la
sociedad.
Para ahondar en un debate necesario que está lejos de considerarse
cerrado, dada la reiteración (¿y profundización?) del fenómeno, se acompaña un
estudio con un punto de vista sobre lo acontecido en los años 90.
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