Nota de opinión: "Biancuzzo, el directivo de la empresa estatal al que acusan de recibir US$ 7,6 millones" Iván Ruiz
"Reunión con Biancuso [SIC]", era el título del correo
electrónico que redactaron el 6 de agosto de 2009 los empresarios que ya
construían dos plantas potabilizadoras en el conurbano por unos $ 4000
millones.
El mail contenía apuntes sobre los temas a tratar con Oscar Raúl
Biancuzzo, director de Infraestructura de AySA. Ése era su cargo formal. En la
práctica era el brazo operativo para la construcción de las plantas y manejaba
el contacto con las empresas. ¿Cuál era el primer ítem de ese correo electrónico?
"DGI", el código utilizado en el submundo ilegal de Odebrecht y sus
socios para marcar los sobornos. Lo mismo ocurrió con otro mail (que ya está en
poder de la Justicia) al año siguiente. Primer ítem: DGI, es decir, coimas.
Biancuzzo (69 años) no sólo era la mano derecha de Carlos Ben,
el presidente de AySA. Llevaba toda una vida ligado al rubro: entró en los ochenta en
Obras Sanitarias, trabajó en Aguas Argentinas y desembarcó en AySA. Conocía
todo como para poner en marcha una obra faraónica, como la construcción de dos
plantas potabilizadoras. Pero su voz tenía eco en las altas esferas de la
empresa pública de aguas y en la Secretaría de Obras Públicas, según pudo
reconstruir LA NACION entre distintas personas que lo
frecuentaron.
Pero este ingeniero mecánico no podría haber ejecutado ninguna de
estas tareas sin el aval de Ben y del sindicalista José Luis Lingieri. Poco de
lo que sucede en la empresa se le escapa al gremialista de Obras Sanitarias,
por eso la Justicia también investiga los contactos entre estos tres
personajes. Biancuzzo quedó más expuesto: firmó documentos clave para adjudicar
las licitaciones que contienen decenas de irregularidades, tal como
reveló LA NACION en abril.
A nadie le resulta extraño dentro de AySA: era el responsable tanto
de los grandes trazos que debían seguir las licitaciones como del desarrollo de
la obra. La Justicia entiende que Biancuzzo es un personaje clave para
investigar el pago de sobornos y seguir la ruta del dinero que desembolsaron
tanto los brasileños Odebrecht y Camargo Correa como sus socios locales. El
juez Sebastián Casanello ordenó inhibir sus bienes y los de su familia al
considerar que "habrían sido el resultado de conductas ilícitas". Su
hijo, Ariel Alejandro Biancuzzo (42 años), también quedó bajo la lupa:
oficialmente empleado por la empresa agropecuaria familiar, también trabajó
para Enacsat SA, una firma que se dedicaba a realizar obras para AySA mientras
su padre estaba en la empresa pública. Así comenzó la investigación sobre el
incremento de su patrimonio y el de Ben: familiares de ambos estarían
vinculados con una decena de empresas que se dedicaban a romper y arreglar las
calles durante las intervenciones de la compañía de aguas.
Pero algo ocurrió. Biancuzzo se alejó de AySA en 2011, apenas meses
después de haber recibido US$ 7,6 millones de sobornos, según confesó el ex
directivo de Odebrecht Luiz Antonio Mameri. Aunque los motivos de su
desplazamiento no están claros, LA NACION pudo reconstruir de
distintas fuentes que el cambio de rumbo fue motivado por una disputa interna
con el propio Ben. Desde ese momento Biancuzzo se corrió definitivamente de las
actividades de la empresa. Ya jubilado, monotributista, espera su turno para
declarar acusado por corrupción ante la Justicia.
Denuncian
que los poderes ejecutivos de la Argentina y de Brasil ponen obstáculos
Los procuradores generales de la Argentina y de Brasil,
Alejandra Gils Carbó y Rodrigo Janot, denunciaron ayer que los Poderes
Ejecutivos ponen "obstáculos" que dificultan el desarrollo de la
investigación conjunta sobre los delitos que integran la investigación Lava
Jato. Según detallaron, el Ministerio de Justicia brasileño "exigió una
intervención directa en la redacción del Acuerdo de Constitución" de los
equipos conjuntos de investigación, mientras que la cancillería argentina
propuso que ese equipo fuera negociado por los Poderes Ejecutivos mediante un
tratado internacional. "Ambas solicitudes desvirtúan la herramienta de
cooperación entre los órganos judiciales competentes para la investigación",
remarcaron Gils Carbó y Janot.
La Nación
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