Notas de opinión. "Líderes mundiales en fuga de capitales" por Verónica Grondona, Leandro M. Bona y Mariano A. Barrera
La cúpula empresaria
Por Leandro
M. Bona y Mariano A. Barrera *
La fuga de capitales se trata de la
salida de excedente económico (riqueza) de un país, generalmente tomando como
refugio plazas financieras con secreto bancario y/o exenciones impositivas. El
análisis de esta modalidad es relevante ya que se inscribe en un proceso de
financiarización de la economía en la que las grandes firmas relegan la
inversión en activos productivos para pasar a hacerlo en opciones financieras,
afectando el potencial de la capacidad instalada de la economía, al reducir los
niveles de inversión (dado que no se resiente el consumo de esos sectores), la
recaudación estatal y, consecuentemente, afectando negativamente el nivel de
empleo y crecimiento de la economía.
El proyecto de clase neoliberal que se
inauguró con el programa refundacional políticamente represivo y
socioeconómicamente regresivo de la dictadura cívico-militar durante el período
1976-1983, instaló un nuevo patrón de acumulación, la valorización financiera
(1976-2001), en el que la fuga de capitales, cuya fuente de financiamiento era
el endeudamiento externo, se transformó en una variable central para el
comportamiento económico. Así, desde 1976, el drenaje de divisas de la
Argentina fue constante. No distingue períodos de crecimiento o recesión,
apreciación o depreciación cambiaria, tasa de interés altas o bajas, precios de
exportación crecientes o estancados, gobiernos neoliberales o
intervencionistas, aunque cambió la fuente de financiamiento ya que durante el período
2002-2015 las divisas las aportaba el excedente comercial y no la deuda
externa.
Estimaciones publicadas en el libro
“Endeudar y Fugar” muestran que entre 1976 y 2016 la fuga de capitales alcanzó
los 288.200 millones de dólares corrientes que, actualizado a valor presente,
asciende a los 415.400 millones de dólares. La cifra equivale al 75 por ciento
del PIB argentino. Estimaciones de Tax Justice Network llegaban a valores
similares para el período 1970-2010 con 399.000 millones de dólares, mientras
que el INDEC modera el cálculo: “apenas” a 240.000 millones de dólares.
Si bien la compra de dólares como
mecanismo de ahorro en una economía bi-monetaria (otra herencia de las
gestiones de Martínez de Hoz y Cavallo el frente de la cartera económica) es un
factor relevante para los sectores medios, el núcleo central y mayoritario de
la fuga de capitales es realizada por el poder económico de la Argentina desde
1976. Cuando se contemplan las evidencias presentadas en diversos listados de
fuga de capitales se puede identificar a las empresas y personas que explican
este proceso. Hay firmas vinculadas al sector primario y agroalimentario (LDC,
Massalin Particulares, Cargill, Ledesma, Molinos Río de La Plata, Aceitera
General Deheza, Oleaginosa Moreno, Arcor, Profértil, Bagley, Productos de Maíz
SA, Cafés La Virginia, Cepas Argentinas), otras ligadas a la industria del
petróleo (YPF bajo control privado, Shell, Esso, Pluspetrol, Petroquímica Cuyo,
Total Austral, Tecpetrol, CAPSA, Pluspetrol, Wintershall) y conglomerados
locales (Socma, Techint, Aluar, Acindar, Arcor, Clarín, Ing. Norberto Priu,
Loma Negra, Coto), además de las empresas extranjeras. Algunos de los apellidos
que más repetidamente aparecen son Lacroze de Fortabat, Blaquier, Roemmers,
Magnetto, Noble, Coto, Belocopitt y Frávega.
El caso de la familia Macri también
merece destacarse, porque si bien la figura del presidente no aparece en varios
de los registros de fugadores, sí lo hacen sus parientes (alguno de los cuales
recientemente “blanquearon” capitales previamente fugados), además de las
empresas de la familia: grupo Socma, IECSA, Fleg Trading o Kagemusha.
Lejos de frenarse en la actualidad con
la nueva política económica, desde la asunción de Cambiemos la fuga de
capitales contabilizada por el Banco Central totaliza 27.506 millones de
dólares, alentada por la liberalización del flujo de capitales. Si bien este
proceso no es nuevo, ya que durante los gobiernos kirchneristas también fue
elevada (entre 7 mil y 11 mil millones de dólares corrientes por año
dependiendo la fuente utilizada), lo cierto es que, al igual que durante la
etapa 1976-2001, actualmente este drenaje de divisas se financia con
endeudamiento externo público, quedando luego de la salida de capitales el
pasivo para el conjunto de la sociedad argentina.
* Área de Economía y Tecnología de
FLACSO-Sociedad de Economía Crítica.
Paradise Papers y justicia tributaria
Por Verónica
Grondona *
Los Paradise Papers revelaron 13,4
millones de documentos con información sobre sociedades creadas por la empresa
Appleby para los dueños de grandes fortunas y empresas transnacionales. Es
difícil demostrar que lo que hacen los usuarios del mundo offshore sea ilegal,
pero eso no quiere decir que no lo sea.
Si, como apareció en la nueva
filtración, Nike se realiza pagos a si misma por el uso de la propiedad
intelectual desde sus filiales en todo el mundo a sus filiales ubicadas en
guaridas fiscales, entonces reduce su ganancia en sus diferentes subsidiarias
en jurisdicciones de alta tributación y aumenta su ganancia en jurisdicciones
de baja o nula tributación; aumentando así su ganancia global. El fisco
argentino no tiene herramientas para ver el panorama global, y por lo tanto
difícilmente intente llevar a Nike a juicio por esta evasión; ya que si la
llevaran a juicio, difícilmente ganarían considerando el actual marco
normativo.
Otra multinacional que aparece en los
Paradise Papers es Glencore, empresa controlante de Oleaginosa Moreno en
Argentina. Oleaginosa Moreno ha tenido al menos dos casos que han sido llevados
a juicio, uno por el ejercicio fiscal 1999 y el otro por el ejercicio 2000. En
ambos casos, se había utilizado una intermediaria en Suiza, Atlantic Oils &
Meals, en operaciones en las que la AFIP había detectado una subfacturación de
los commodities exportados. Hasta el momento, lleva un caso ganado y otro
perdido.
Muchas personas en Argentina, pero
también en otros países, me han dicho en varias oportunidades: “el problema es
que tenemos impuestos altos y no recibimos nada a cambio, porque el Estado es
ineficiente, y por lo tanto es lógico que nadie quiera pagar”. Es necesario
distinguir algunas cuestiones:
1) Cualquiera que sea el tamaño del
Estado en el que estemos pensando, es necesario mantenerlo y para ello se
requiere una contribución de todos (y eso es lo que conocemos como impuestos).
2) No podemos pagar todos por igual,
porque no tenemos todos los mismos ingresos ni los mismos bienes, por lo tanto,
es necesario un sistema progresivo donde pague más el que más tiene.
3) Un Estado que no logra cobrarle los
impuestos a los que más tienen le cobrará estos impuestos al resto de la
población: trabajadores y pequeñas y medianas empresas (entre éstas últimas,
por ejemplo las mujeres suelen estas sobre-representadas y por lo tanto son
quienes terminan pagando una mayor proporción de impuestos).
4) Aun cuando las políticas de
austeridad tienen un basamento ideológico, la realidad es que un Estado que no
logra recaudar adecuadamente deberá resignar gasto público;
5) Incluso si la decisión de gasto
público es política, inevitablemente se termina en menores políticas re-distributivas
(entre ellos, por ejemplo, los programas orientados a mejorar la calidad de
vida de las mujeres, niños, ancianos, personas con capacidades diferentes,
grupos poblacionales marginados, etc.)
¿Cuáles son las soluciones? En estos
días el ministro Dujovne presentó el proyecto de reforma Tributaria que enviará
al Congreso. Aun cuando el proyecto como tal no se conoce, entre las
principales, y primeras cuestiones destacadas se encuentra la reducción del
impuesto a las ganancias del 35 al 25 por ciento en 2021, con el fin de atraer
de esa manera “inversiones internacionales”.
Muchos pensarán que esto es positivo.
Sin embargo, es sugerible reducir las expectativas, porque los principales
beneficiarios de esta reducción serán las empresas grandes y los individuos de
más altos ingresos. El resto (personas y pymes), proporcionalmente terminarán
pagando más (sea por vía de más impuestos alternativos, o por menos servicios
prestados por el Estado).
La reducción del impuesto a las
ganancias es un gran problema, ya que es el impuesto más progresivo que
tenemos. Por lo tanto, las soluciones pasan por considerar a los grupos
transnacionales como lo que son: grupos transnacionales. Y cobrarle los
impuestos por las actividades que realizan en cada país. Porque los grupos
transnacionales no se localizan en uno u otro país según el nivel de impuestos
que tienen éstos, sino por la cercanía a los sectores extractivos, la
capacitación de la mano de obra, la infraestructura con la que cuentan, y lo
que pueden vender en ese lugar.
* Economista - Asesora del grupo
GUE-NGL en el Parlamento Europeo.
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