Nota del Editor
Este artículo de Jorge Fontevecchia (Perfil), escrito poco antes de la votación de ayer 13 de agosto, se adelanta con llamativa certeza a los resultados de la elección. Según el autor en las motivaciones de una parte de los votantes se encuentra la idea de castigar a la corrupción.
El artículo:
"Hoy a la noche, lo más
probable, será escuchar que todos ganaron: Cambiemos en el país, Cristina en la
Provincia. Que con sólo repetirse estos resultados en octubre (y podrían
mejorarlos) Cambiemos aumentará la cantidad de legisladores y será el partido con
más votos a nivel nacional. Y el kirchnerismo, que con su líder convertida en
senadora desde diciembre comenzará a bombardear a Macri proponiendo medidas
como retrotraer el aumento de tarifas y transformarse en la candidata natural
de la oposición para 2019.
Pero en realidad, es muy probable que todos hayan perdido.
Porque en estas elecciones se plebiscitan esencialmente las primeras
consecuencias del cambio de modelo económico y la actitud frente a la
corrupción. Y habrá votado contra la corrupción que encarna el kirchnerismo más
del 80% de la población del país y descontento con los resultados económicos de
los primeros dos años de Macri el 65% de los argentinos.
También pierde Massa, que ya sin De la Sota no tendrá la misma
cantidad de votos nacionales que en 2015 (dicen que De la Sota piensa regresar
con todo en 2018 para ser el conductor nacional del panperonismo).
La derrota suele enseñar
más que el triunfo. Vale tanto para Cristina como para Macri
Lo mismo Randazzo, que se había imaginado otro resultado sin
Cristina candidata o compitiendo con ella en las PASO dentro del mismo partido.
Y los gobernadores del PJ, a quienes con Cristina en el Senado se les
dificultarán las negociaciones con Macri.
Las encuestas con las que se llega a la elección reflejan un
contexto de interregno político donde Cambiemos aún no terminó de consolidarse
pero tampoco ninguna otra fuerza emerge con claridad. Pero otro sería el
escenario si Cambiemos sorprendiera ganando en la provincia de Buenos Aires por
dos puntos, como indicaría la última encuesta de una importantísima empresa que
trabaja para el Gobierno y no quiere jugarse a hacer públicos sus pronósticos
para las PASO, aunque sí los hará para las de octubre. Después de los errores
en los pronósticos del Brexit, el triunfo de Trump y la derrota de la “paz” en
Colombia, las encuestas son instrumentos cada vez más frágiles. La decena de
encuestadoras que dieron ganadora a Cristina Kirchner en la provincia de Buenos
Aires mantenían un porcentaje de indecisos mayor que la diferencia a favor de
la ex presidenta sobre Cambiemos.
Pero empatando o aun si le ganara a Cristina, en cualquier caso
Macri deberá replantear sus próximos dos años si no quiere vivir con el corazón
en la boca todo el tiempo. En la columna de ayer se
mostraba el grado de relación entre consenso político y bonanza económica,
reflejado en los dos picos de mayor crecimiento económico de nuestra historia
contemporánea durante los cuatro años entre 1991 y 1994, cuando crecimos el
36%, y en los cinco años entre 2003 y 2008, cuando crecimos el 44%. Antes y
después de esos dos períodos, nunca se había logrado crecer más de dos años
seguidos, repitiendo el stop and go de nuestro clásico frenar y andar.
Lo mismo el panperonismo: aun ganando la provincia a Cristina
Kirchner, no le alcanzará para aspirar a ganar un ballottage en 2019; si Massa
no llegara al 20% en las PASO, correría el riesgo de quedar jibarizado en
octubre por efecto de la polarización, y por lo mismo Randazzo, de caer en la
insignificancia.
Transversalidad 2018. La alianza natural que se
podría producir es la de Cambiemos con los gobernadores del PJ, quienes no tienen
una visión de la economía incompatible con la de Macri.
Si en los próximos meses se confirmaran los pronósticos de
crecimiento económico que tiene el Gobierno en un hipotético plebiscito, ya no
votaría en contra de la economía el 65% de la población y a la natural
coincidencia de intereses entre los poderes ejecutivos provinciales y el
nacional por la necesidad de ambos de gobernabilidad se sumaría la conveniencia
política de acompañar un modelo económico que rinda frutos y sea,
progresivamente, más apoyado por la mayoría de la población.
La transversalidad peronista-radical que llevó adelante Néstor
Kirchner en 2007 podría ser recreada una década después desde Cambiemos,
invirtiendo la ecuación con el peronismo como acompañante. Pero para que sea
posible, tendría que haber un éxito económico palpable por una gran mayoría que
recreara una de las condiciones de posibilidad de un pacto político.
"Cambiemos gana en
Argentina y Cristina en Buenos Aires", triunfo compartido, derrota
compartida
Que pierdan todos no necesariamente tendría que ser malo para
todos. El triunfo no pocas veces estanca a las personas y el fracaso, al
interpelarlas, las empuja a mejorar. Macri, comprendiendo que “riqueza es
diversidad en armonía”, precisa sumar más espesura política en su gobierno. Por
su parte, Cristina Kirchner, comprobando qué lejos quedó su 54% a nivel
nacional y necesita orientarse a buscar una negociación con el peronismo para
pasar su vejez más tranquila, viéndose en el espejo que le devuelve la
situación actual de Menem.
Probablemente estas elecciones sean también el comienzo del paso
a retiro de figuras, partidos o aspiraciones. Por ejemplo, Stolbizer podría
quedar sin una banca.
Lousteau, con su aspiración a suceder a Rodríguez Larreta en
2019 muy herida. Otros comienzos de retiro serían los de Rodríguez Saá y Pino
Solanas mientras que el caso opuesto será su ex aliada Elisa Carrió, quien
podrá obtener en la Ciudad de Buenos Aires la mayor victoria porcentual de toda
su carrera política. Quizá sea ella la única ganadora que todos descuentan
antes de abrir las urnas a las 18.
Quedarán diez semanas hasta las elecciones de octubre, y allí sí
comenzará otro ciclo de la política argentina. Por entonces, a Macri le será
más útil contar con los consejos de Emilio Monzó que con los de Duran Barba."
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