Nota de opinión: "Los Monos: el clan que se anima a desafiar a la autoridad política" por Germán de los Santos
“ROSARIO.-
Entraron sonrientes y desafiantes a la
sala de audiencias, después de desvestirse y provocar un retraso de casi tres
horas en el inicio del juicio. La escena estaba cargada de provocación contra
el poder político provincial.
Los Monos demostraron, una vez más,
que podían dominar la situación hasta en el propio juicio que enfrentan con
expectativas de penas elevadas. Pero esto pareció no importarle al grupo
criminal rosarino que recién fue procesado por narcotráfico en la justicia
federal en noviembre de 2015, cuando la mayoría de los líderes estaban presos.
Desde la cárcel, seguían controlando la violencia y la venta de drogas. Y se
sospecha que todavía lo hacen hoy.
La construcción de ese nivel de
impunidad no fue sorpresiva ni abrupta, sino que llevó más de 20 años. No fue bajo
una sofisticada clandestinidad, sino a la vista de todos.
Los
muertos quedaban desparramados por las calles. Los búnkeres, donde se vendía
una cocaína barata y adaptada al mercado popular, que los hizo ricos, estaban
en lugares fijos, a contramano de lo que es una actividad ilícita.
Esto
dejaba al descubierto el nivel de connivencia con la policía. Trece de los 25
imputados en este juicio por asociación ilícita y cinco homicidios son miembros
de la fuerza de seguridad provincial. Los Monos no podrían haber existido sin
este brazo del Estado, que es mayoría en el banquillo de los acusados, ni
tampoco sin la complicidad y la indiferencia del poder político, que sólo los
divisó en el radar cuando Los Monos quisieron.
Ocurrió
horas después del crimen del líder del grupo Claudio Ariel Cantero, alias
"Pájaro", cuando este clan narco se esforzó por hacer teatral la
venganza, con una persecución febril por los pasillos de tribunales a Diego
Demarre, a quien consideraron un entregador y que fue acribillado en la esquina
de su casa. Y el ataque horas después a la familia de Milton César, a quien
apuntaban como sicario, que dejó tres muertos dentro de una camioneta Toyota
Hilux en pleno mediodía y frente a un jardín de infantes. Aplicaron su propia
justicia con balas 9 milímetros.
Esa
demostración de rabia de Los Monos en una ciudad conmovida por 264 crímenes en un año estaba dirigida
a preservar el territorio que dominaban y, también, a evitar ser apartados del
negocio millonario del narcotráfico que
regulaba la propia policía. También tenía como destinatario al gobierno de
Santa Fe. Era otro desafío; pretendían mostrar que con la violencia también se
puede moldear o arrinconar al poder.
Los
fiscales argumentaron esta semana que este grupo "rentabilizó la
violencia" para crecer en el negocio de la droga. En las 408 páginas del
fallo de procesamiento se advierte que los Cantero "ejercieron cierto gobierno de facto por sobre toda otra autoridad".
Desde hace cinco años, Los Monos se
convirtieron en un actor político.
Ningún grupo narco en el país se animó a cruzar esa raya. Antes negociaban por
debajo de la superficie, como lo hicieron cuando se empezó a construir el
casino City Center hace más de una década en la zona sur de Rosario. La sala de
juegos más grande de América del Sur, que hasta el año pasado fue controlada
por el consorcio de Cristóbal López, se edificó en un terreno de siete
hectáreas que dominaban Los Monos.
Los
Cantero negociaron con la empresa el traslado de las 300 familias que ocupaban
una villa de emergencia en el predio donde tres años después se inauguró la
sala de juegos de 135.000 metros cuadrados, donde llamativamente la inseguridad
nunca afectó a los apostadores en una de las zonas más peligrosas de Rosario.
Las
obras de la colectora de la autopista necesarias para la zona no se lograban
terminar por los piquetes permanentes que interrumpían el flujo de tráfico en
el acceso desde Buenos Aires. Los Cantero acordaron y el municipio tuvo que
contratar sus máquinas retroexcavadoras para llevar adelante las obras. Cada
protesta de vecinos en el barrio Las Flores, que se disparaba por distintos
motivos, como la falta de una escuela, terminaba en una negociación mediada por
los Cantero.
El plan del sindicato propio
En
muchos casos, los acuerdos incluían
cederles a Los Monos el ingreso de personal al Estado, como lo hicieron
otros jugadores aliados a esta banda en el mapa narco, como el ex jefe de la
barra de Newell's Roberto Caminos, alias "Pimpi". Con ese apoyo, ahora los Monos planean
disputar la conducción de uno de los sindicatos estatales.
Después
de un largo recorrido, los Cantero discuten actualmente sobre la superficie de
la escena pública, como ocurrió hace unos días en el juicio, cuando Ramón Machuca, uno de los líderes, dijo
frente al tribunal que Los Monos "son un chivo expiatorio del
socialismo". Deciden defenderse golpeando a un gobierno que está
debilitado tras quedar tercero en las últimas elecciones. El resto del arco
político, incluido Cambiemos, prefiere estar lejos del "debate" entre
un grupo narco y un sector político.
"Cuando
el diputado (Andrés) Larroque trató de narcosocialismo al gobierno de esta
provincia, la respuesta política fue armar una causa para demostrarle a la
sociedad que nosotros somos el mal de Santa Fe y que yo vendría a ser el
monstruo más grande que existe", dijo el imputado en el juicio, a quien la
Fiscalía pidió 41 años de condena, acusado de liderar una asociación ilícita y
por cuatro asesinatos, entre ellos el de Lourdes, de sólo 14 años.
Machuca
contextualizó su declaración en la audiencia con la acusación que lanzó el
legislador de La Cámpora en una sesión en 2012 de la Cámara de Diputados de la
Nación, algo que le valió el repudio de gran parte del arco político y la ira
del socialismo, porque entendían que ese rótulo iba a ser difícil de olvidar.
Hermes
Binner, quien encabezaba la coalición del Frente Amplio Progresista, se
perfilaba en ese momento como uno de los principales opositores a Cristina
Fernández, tras quedar segundo en las elecciones presidenciales de 2011.
En
el socialismo están convencidos de que el kirchnerismo dejó que el problema de
la violencia y el narcotráfico estallara en Santa Fe para así poder neutralizar
y dejar fuera de carrera un potencial contrincante político, en momentos en que
estaban en experimentación alianzas electorales para enfrentar a Cristina.
Los
que más se aprovecharon de ese contexto político fueron Los Monos. La justicia
federal los empezó a investigar por narcotráfico 15 días antes de que la
entonces presidenta dejara el poder, una causa que aún no fue elevada a juicio,
pero que se activó 18 años después de que Ariel Cantero, el líder más antiguo
de la banda, fuera detenido con 70 kilos de marihuana en Itatí, Corrientes.
El
líder de Los Monos trajo otra vez esa frase de "Cuervo" Larroque y
lanzó una acusación contra el ex gobernador Antonio Bonfatti al asegurar que
este tejió un trato comercial con el narco Luis Medina (asesinado a fines de
2013), por dos autos que estaban a nombre del ex gobernador.
También
expresó que si hubiera pagado el millón de pesos que le pedía un grupo de
policías que lo perseguía no estaría sentado en el banquillo de los acusados en
el juicio ni hubiese permanecido prófugo durante tres años, hasta que fue
detenido el 6 de junio del año pasado por la Policía Federal en el barrio de
Flores, en Buenos Aires. El lugar del arresto no fue extraño, ya que ese jefe
del clan de Los Monos estuvo varias veces en la cancha de San Lorenzo. La
Justicia estima que este grupo narco mantuvo fuertes vínculos con
representantes de jugadores como forma de lavar el dinero originado en la venta
de drogas.
La
respuesta que ensayó el socialismo, presidido por Bonfatti, fue un comunicado
de prensa, en el que advierten que "con mentiras (los Monos) buscan
entorpecer el trabajo del Poder Judicial".
"Las
estrategias procesales de los grupos violentos que están siendo juzgados por
sus homicidios y actividades delictivas es atacar al partido que a partir de su
representación institucional y democrática trabajó junto a la Justicia para
encarcelarlos y juzgarlos. Ese intento desesperado, carente de pruebas y
abundante en mentiras, busca entorpecer el trabajo del Poder Judicial para
lograr más impunidad", se expresó en el documento. Bonfatti no dio una
respuesta al desafío lanzado por el jefe narco y sus allegados señalaron que su
posición personal está en línea con el comunicado del socialismo.
Fuera de agenda
Esa
fuerza política que tuvo una tradición histórica enraizada en la ética y la
transparencia quedó también bajo sospecha. La violencia que supuró del
narcotráfico fue una de las causas de las derrotas sucesivas del socialismo.
"No tuvimos el coraje de ponerlo en la agenda. Miramos para otro lado y lo
pagamos en las urnas", explicó una histórica dirigente del partido. En esa
fuerza nunca terminaron de explicar por qué Bonfatti retiró la imputación
contra el único identificado por el atentado con 21 balazos contra el frente de
su casa en octubre de 2013.
El gobierno de Bonfatti intentó
sellar un acuerdo con Los Monos en abril de 2015 a cambio de la reducción de
penas. Temían que la investigación del juez Juan Carlos Vienna se cayera por el
comportamiento del magistrado: había hecho dos viajes a Estados Unidos con un
narco cuyo hijo había pertenecido a la banda y fue asesinado por tratar de
independizarse.
El
legislador de Cambiemos Federico Angelini consideró que "lo que quedó de
manifiesto fue la convivencia política entre el gobierno y este grupo
narcocriminal, algo que se cristalizó en muchos otros planos".
Lo
que rompió el acuerdo fue la derrota electoral de Miguel Lifschitz en las PASO
de 2015 frente a Miguel Del Sel. El actual gobernador decidió patear el tablero
y el acuerdo de juicio abreviado se redujo a sólo 11 miembros de la banda y no
incluyó a los líderes, que hubieran comenzado a salir en libertad en dos años.
"Los
barrios de Rosario se convirtieron en un territorio dominado por la violencia
de este grupo y el monopolio de esa violencia terminó siendo respetado
políticamente", dijo el diputado Carlos Del Frade, a quien el líder de los
Monos Máximo Ariel Cantero, alias "Guille", le apuntó con el dedo
índice y una sonrisa desafiante desde el banquillo.
Una cultura que se instaló entre los menores
"Las
agencias narco son productoras de cultura y son muy difíciles de enfrentar con
los dispositivos sociales y comunitarios que tiene hoy el Estado", aseguró
Horacio Tabares, director de Vínculo, Centro Comunitario de Salud Mental, una
institución que hizo pie en el barrio Empalme Graneros, al oeste de Rosario,
hace casi 30 años.
Tabares,
psicólogo clínico y social, sugirió que debería repensarse el abordaje con los
niños y jóvenes que están involucrados en el ambiente de la comercialización de
estupefacientes y consumos de drogas. "En nuestros trabajos preventivos
los docentes nos informan de casos de chicos pequeños, de entre siete y diez
años, que en sus juegos repiten escenas de lo que se denomina la tranza de
drogas. Y hay niñas que plantean que quieren ser novias de los merqueros",
contó Tabares.”
La
Nación
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