Nota de opinión: "Debate internacional sobre la ausencia de controles eficientes en Argentina al lavado y fuga de capitales. País sin registros, evasores sin rostro" por Tomás Lukin
Nota del
editor
Las empresas,
desde el punto de vista de su formato legal y
de propiedad, pueden adquirir
diferentes configuraciones. Una de ellas es que su propietario o accionista sea
otra empresa. Y, también es posible, que esa empresa sea a su vez propiedad de otra
empresa y así sucesivamente. De manera que, como capas de una cebolla o una
mamushka, se torna opaca y difícil de identificar la verdadera titularidad
personal (y radicación) de las mismas. Y con ello se facilita la evasión de los impuestos nacionales correspondientes. Por eso algunos países están implementado registros de propietarios finales de las empresas.
La noticia
Kenia,
Uruguay, Sudáfrica, Costa Rica, Alemania, Ucrania, Dinamarca, Lituania y el
Reino Unido son algunos de los países con registros de beneficiarios finales de
las empresas. Los listados no siempre están disponibles para ser consultados
por el público, pero las iniciativas le permiten a las autoridades fiscales y
judiciales identificar a los verdaderos dueños detrás de las complejas y opacas
estructuras montadas a través de distintas guaridas fiscales por las compañías
que operan en sus territorios. Argentina
no cuenta con ningún registro centralizado y la información existente se
encuentra dispersa en las distintas provincias que, en contadas ocasiones,
exigen conocer la identidad de los individuos al frente de las firmas. “La
creación de un registro de beneficiarios finales es la única forma de evitar
que las sociedades y los fideicomisos se utilicen como vehículos para lavar
dinero, evadir impuestos y canalizar fondos de la corrupción. Argentina ni
siquiera tiene un registro público federal de accionistas”, advirtió el
investigador de Tax Justice Network Andrés Knobel al finalizar la conferencia de la Financial Transparency
Coalition en Helsinki.
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La
clausura del evento, que convocó a decenas de organizaciones e investigadores
de todo el mundo, coincidió con la llegada de la primera nevada de la temporada
en la capital de Finlandia. “Si la opacidad se
logra escondiendo a un individuo detrás de cadenas de sociedades, fideicomisos
y testaferros para que pueda cometer delitos sin ser descubierto, hay que
exigir que se identifique a ese individuo”, explicó el
abogado argentino de TJN. Los especialistas de las ONG como Fundación SES,
Latindad, TJN y Global Financial Integrity enfatizan que los registros de
beneficiarios finales representan una mejora frente a la opacidad que permiten
los laxos marcos regulatorios vigentes y la red global de servicios financieros
offshore. Sin embargo, reconocen que la existencia de los registros no bloquea
los abusos expuestos por filtraciones como los Panama Papers. Para eso, sería
necesario que todos los países -guaridas fiscales incluidas- cuenten con
listados completos elaborados con el mismo criterio y que, además, estén
dispuestos a compartir la información con el resto del mundo.
Durante
la jornada de ayer se presentaron los resultados de un relevamiento realizado
por la organización Global Witness sobre las 1,3 millones de empresas que ya
completaron el registro de beneficiarios finales británico. La investigación
permitió detectar una serie de irregularidades como la presencia de 3000
compañías que declararon estar controladas por firmas offshore, algo que no
está permitido por la normativa. Entre
las jurisdicciones del secreto elegidas para radicar a sus beneficiarios
finales figuran Jersey, Islas Vírgenes Británicas, Islas del Canal, Isla de
Man, Guersney, Hong Kong, Gibraltar, Singapur, Bermuda y Malta. Asimismo,
el análisis detectó irregularidades de 2160 beneficiarios finales que
declararon haber nacido en 2016 o ser visitantes del futuro, que informan el año
9988 como fecha de nacimiento.
Una de
las últimas discusiones en Helsinki giró alrededor de las asimetrías existentes
a la hora de tomar decisiones vinculadas a la justicia fiscal global. Al
referirse a la proliferación de instituciones mundiales encargadas de
establecer estándares y dictar normas, la economista ecuatoriana Katiuska King
advirtió que “muchos países africanos y latinoamericanos no forman parte de las
organismos financieros globales” y exigió que los espacios de decisión sean más
inclusivos y democráticos.
La ex ministra de Política Económica del Ecuador
explicó que “la estrategia es fragmentar las prioridades y la fragmentación
disminuye la responsabilidad”. En ese sentido, un informe de la FTC que fue
discutido en el Grand Marina Center de Helsinki cuestiona que los sistemas
regulatorios en los países en desarrollo quedan sujetos a las decisiones
tomadas por instituciones como la OCDE, el GAFI, el Banco Internacional de
Pagos, el FMI, la Organización Internacional de Comisiones de Valores y el
Comité de Estabilidad Financiera. “Los funcionarios electos pueden tener poca o
ninguna voz en estos estándares pero, a menudo, se ven obligados a obedecerlos.
Los estándares mundiales acordados se transforman a menudo en leyes nacionales
en muchos países que no tuvieron voz en el proceso de establecimiento de
normas”, advirtieron desde la FTC.
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