El campo de la
disputa politica, metaforicamente hablando, es como el juego de ajedrez (aunque éste no la puede abarcar en toda su complejidad). Un juego de defensa y ataque.
Cuando se mueve una pieza se ha considerado previamente las posiciones de las
otras, propias y ajenas. Lo mismo cuando el contrincante mueve las suyas.
Con el problema de la corrupción (que atraviesa a toda la sociedad y no es patrimonio de un sector en particular como a veces se pretende) en estos momentos pasa algo similar. Entre las piezas que se mueven están el caso de Río Turbio (harto conocido y desde hace tiempo), Odebrecht, el proyecto de ley de Responsabilidad Penal Empresaria y las próximas elecciones. En un juego de ataque y defensa se procuran maximizar los beneficios y minimizar los daños, en base a normas que existen y a otras que se pretende consagrar, aunque no son totalmente justas porque en sus pliegues se ocultan o pretende ocultar delitos con los recursos de todos.
En este juego también hay algo del Truco. Se declama lo que no se tiene o no se piensa demostrar en los
hechos. También del grito del Tero que chilla por un lado pero su preciado
tesoro está en otro bastante más lejos.
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