Para Macri la corrupción
es lo que fue para Cristina Clarín: el gran cuco. Para distraer a la audiencia
y echarle la culpa de todo. Quizás por eso Cristina nunca fue del todo contra
Clarín e inventó el complicado proceso de la Ley de Medios. Si hubiera
estatizado Cablevisión (como había hecho con Aerolíneas o con YPF), le habría
alcanzado para partirlo. No era necesario meterse con el diario Clarín, ni con El Trece, TN o radio
Mitre, sólo estatizando –injustamente– la empresa de conectividad (Cablevisión)
con la excusa de ser un servicio público más, dejaba al Grupo Clarín sin
oxígeno y sin el futuro telefónico que ahora le autorizan.
Lo mismo podría estar sucediendo ahora con la corrupción para
Macri. Con ironía, el humorista filo K Dady Brieva dijo en el programa radial El destape: “A veces pienso que sería
bueno que Cristina Kirchner y Julio De Vido vayan presos así Macri tiene que
demostrar qué hace de verdad en su presidencia”.
Esa ironía encierra una cuota importante de verdad. Si se le
acabara a Macri el cuco K, todos los ojos se posarían sobre la economía y hoy
electoralmente tendría más para perder que para ganar.
El poder de los jueces
de Comodoro Py y la Procuradora es una coartada para Cambiemos
Hace un año, el contexto era otro: a poco de asumir, cuando
todavía tenía más de 60% de aprobación, gozaba de la luna de miel de todo nuevo
presidente y aún esperaba la lluvia de dólares en el segundo semestre. Ahí sí
podría haber llevado adelante una lucha contra la corrupción más decidida. No
vale el argumento de que los jueces federales de Comodoro Py son el problema o
que Gils Carbó frena el avance de la investigación en las causas. La
procuradora es otro cuco perfecto para el Gobierno, un personaje al que
agigantan, y como podrá comprobar el lector en el extenso reportaje que se
publica en esta edición (ver página 42) tiene sus zonas oscuras, pero por sí
sola no podría darle inmunidad judicial al kirchnerismo.
Simulacros. Mientras Macri en
2015 fue precandidato, apoyó el proyecto de Ernesto Sanz, por entonces
presidente del radicalismo y también precandidato, de crear una Conadep de la
corrupción. “Un órgano del Poder Ejecutivo para que la gente se anime a hacer
denuncias, que se pueda aportar pruebas y que tenga el peso de un grupo de
notables que la sociedad considere intachables”, decía entonces quien meses
después, tras perder las PASO con Macri, fue candidato a ser el ministro de
Justicia de Cambiemos. Pero, sorpresivamente, días antes del comienzo del nuevo
gobierno renunció, dijo, por cuestiones personales.
En 2014 PERFIL había empezado una campaña promoviendo una
“Conadep de la corrupción” que fuera el inicio de un “mani pulite argentino”.
Algunas de esas columnas se pueden volver a leer en Por qué es
importante un mani pulite; Menem y Boudou
presos; Corrupción y matrix; Mani pulite y la
Conadep de la corrupción.
El mítico fiscal italiano Antonio Di Pietro dio una conferencia
para juristas y políticos en el auditorio de Editorial Perfil, y también vino a
la Argentina Joaquim Barbosa, el presidente del Supremo Tribunal de Brasil.
Barbosa fue quien hizo en su país la primera condena masiva por corrupción:
Mensalão, partera después del Lava Jato. Barbosa recibió el Premio Perfil en
2015 en el auditorio de la Facultad de Derecho con la presencia en primera fila
del entonces Mauricio Macri candidato presidencial. Pero al Macri presidente le
cambiaron las prioridades.
Decir que no se hizo una Conadep de la corrupción porque los
jueces de Comodoro Py son en su mayoría corruptos y la procuradora Gils Carbó
es kirchnerista fue una excusa. Si Alfonsín pudo juzgar a los ex comandantes de
la última dictadura cuyos camaradas y amigos conservaban las armas, ¿cómo no se
podría haber juzgado a los corruptos?
Claro que se hubiera podido crear una Conadep de la corrupción
en diciembre de 2015, y pocos meses después entregado pruebas a la Justicia,
que ya no hubiera podido demorar los procesos.
Alfonsín creó por decreto la Conadep cinco días después de
asumir (el 15 de diciembre), que entregó su informe el 20 de septiembre
siguiente. El decreto de Alfonsín en su artículo segundo decía: “Serán
funciones de la Comisión recibir denuncias y pruebas sobre aquellos hechos y
remitirlas inmediatamente a la Justicia (...) Emitir un informe final, con una
explicación detallada de los hechos investigados, a los ciento ochenta días a
partir de su constitución”.
Alfonsín tuvo como prioridad de su gobierno condenar los
delitos de la dictadura; Macri no le asigna al castigo de la corrupción igual
importancia. En las encuestas aparece que la mayoría de la sociedad está
preocupada en primer lugar por la seguridad y la economía, y después por la
corrupción. Pero, parafraseando a Ernesto Sanz, “si San Martín se hubiese
guiado por las encuestas, no cruzaba Los Andes”, del mismo modo Alfonsín no
hubiera empeñado toda su determinación en el juicio a la dictadura. Por el
contrario, seguir con la corrupción sin condena sirve para mejorar en las
encuestas: mantiene al Gobierno como víctima de poderes superiores, al que hay
que defender y perdonar errores.
Un presidente
prescindente del problema de la Justicia que se pone en víctima
Otra diferencia importante es que a Alfonsín nadie podría
haberlo acusado de haber sido parte de la dictadura, y Macri pudo haber temido
que una Conadep de la corrupción terminara también arruinando su entorno
(primo, padre, socios o amigos) y quizás a él mismo. El kirchnerismo siempre
alardea de que si ellos hablaran, muchos del PRO caerían en la volteada.
Tampoco vale la excusa de que Alfonsín pudo remover y nombrar
muchos jueces por ser un gobierno que iniciaba la democracia y que, en cambio,
Macri se debe ajustar a los jueces de Comodoro Py que heredó del kirchnerismo y
del menemismo. Kirchner, ante similar problema con los jueces de la Corte
Suprema de Menem, los denunció por cadena nacional y creó tal presión social
sobre los indefendibles que tuvieron que renunciar. Si, como dicen, muchos de
los jueces de Comodoro Py no pueden justificar su patrimonio, no debería ser
tan difícil removerlos.
Por ahora rinde más el espectacular traslado del contador de
Cristina Kirchner con casco y chaleco antibalas, custodiado por efectivos
armados para la Guerra de las
Galaxias o la votación en el Senado para expulsar a De Vido,
que al fracasar da más rédito porque aumenta la bronca contra la corrupción. El
superministro de Néstor y Cristina Kirchner , el “cajero” Julio De Vido, ya
estaría con presión preventiva si el Presidente hubiera tenido como prioridad
la lucha contra la corrupción.
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