“El
de ayer fue más que un día negro para Cristóbal López. Bien puede ser el anticipo
del final.
Al
zar del juego y del juego de la evasión se le cayó la última jugada que había
ideado para licuar los más de 500 millones de dólares que le
debe o que le sacó al Estado.
Formalmente
aún le queda una chance: apelar el fallo del juez Vitale que volteó el
concurso de acreedores de Oil Combustibles. Pero después de lo que
dijo Vitale y de lo que antes había dicho la Corte Suprema, esa chance en el
idioma de López equivale a hacer saltar la banca.
¿Qué
es lo que dijo Vitale? Cosas poco comunes y muy fuertes. Por
ejemplo: que los representantes de Oil “trataron de inducirlo al engaño”.
Y que el concurso al que se presentó la empresa “no es más que el instrumento
procesal de un fraude con cobertura legal”.
¿Y
qué fuente cita el juez en este punto? A Eduardo Mario Javier Dubois (h), que
fue juez durante 18 años, tiene 65 fallos publicados y ahora es abogado
del grupo de López. La de Vitale es una sentencia con dedicatoria incluida.
También
dice Vitale que con su fallo “busca impedir que la astucia logre su fin”. Se
refiere a la astucia de los abogados de Cristóbal.
Habla
de “la falta de seriedad con que pretendió la deudora alcanzar el
remedio concursal”. Para el juez hay una “burla a las normas jurídicas”.
¿Y a quién cita Vitale en este punto? De nuevo a Dubois. Otra dedicatoria.
Conclusión
obvia: quedaron atrás o muy atrás los días en que López conseguía que sus
maniobras fueran convalidadas sistemáticamente por jueces y camaristas amigos,
si es que se pueden llamar así a jueces y camaristas simplemente corruptos.
Otra
conclusión igualmente obvia: después de este fallo y del anterior de la Corte,
que acusó a López de “conducta fraudulenta”, ¿qué cámara podría reabrirle estas
puertas que más que cerradas parecen selladas?
Vitale
dice que ha llegado “a la plena convicción de que Oil Combustibles SA no es
merecedora del remedio concursal intentado”. Y con el adverbio
"no" en negrita y subrayado.
En
las estaciones de servicio de Oil, López recaudó por años impuestos a los
combustibles y se los quedó con la conveniente vista gorda de
la AFIP de Echegaray. La defraudación al Estado suma unos $ 10.000 millones con
todo incluido. Y esa suma se sigue incrementando.
La
plata era usada por López para prestárselas a empresas y “personas de su
grupo”. Y para comprar otras empresas, entre ellas medios.
Se
presentó a concurso a mediados del 2015 para devolverla con quita y en cómodas
cuotas durante ocho años. Le falló algo más que un detalle: que
ganara Scioli y que la AFIP siguiera siendo la AFIP de Echegaray.
De
apuro armó una operación de salvataje: la venta o la supuesta
venta del grupo. Llamó a un amigo con amigos dentro del Gobierno, el
corredor de rally Orly Terranova. Para el plan era imprescindible la
complicidad oficial. Solución kirchnerista en 2017.
Capotó
rápidamente. Cambió entonces los nombres y repitió la fórmula con
Ignacio Rosner, que salió a buscar inversores. Al tiempo dijo haber conseguido
la participación de la petrolera rusa Lukoil. Hasta ahora no logró
mostrar ningún ruso.
Sin
protección judicial y sin el blindaje político del kirchnerismo, Cristóbal
espera recluido en el sur. Sabe que el juez Ercolini lo va a procesar antes de
las Fiestas. Y eso puede no ser lo peor.
Clarin
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