Durante 78 días
miraron para otro lado, negaron, encubrieron, mintieron, maltrataron a la
familia y a otros que los contradecían, trataron de desviar la atención
pública, hicieron operaciones mediáticas, inventaron historias, culparon a las
víctimas, fingieron y muchas horribles otras cosas más. No pocos creyeron esas
falsedades y quizás todavía las creen.
Ya está ante
nosotros la cruda, dolorosa y sospechada realidad. La familia, con mucha
entereza y dignidad, hizo hasta aquí una larga y penosa travesía. Lo que les
espera seguramente no será fácil, pero al menos tienen a alguien ante quien
llorar. Quizás su serena e infatigable lucha sea un espejo ante el cual nos
debamos mirar.
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